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-Entonces asaltaremos la Iglesia con todo, ¿no?
-Jesús ya está en eso.
-¿Qué?¿Lo has dejado ir solo?
-Sí, dijo que iría por su cuenta, parecía enfadado. Nunca lo había visto así, Judas.
Que bien sentaba dormir en una cama grande para ti solo. Sin despertador, sin prisas, solo abrir los ojos y no tener ni una sola preocupación ni ruidos alrededor. Solo uno ligeramente molesto que se iba incrementando a medida que mis sentidos me devolvían a la realidad y me alejaban de ese recuerdo; un templo, un látigo, fuego…
Era el timbre de la puerta. Después sólo la puerta. Otra vez el timbre. Miré el reloj y, por primera vez en mucho tiempo, vi que no eran las seis de la mañana. ¿Las nueve? Es un seis al revés, muy cerca. Me incorporé despacio intentando ignorar al que seguramente sería el cartero comercial o algún otro ser super poderoso que querría alejarme de mi sagrado propósito. Con calma fui al baño, me lavé la cara, observé mi rostro cansado por las segundas peores veinticuatro horas de mi vida y ya entonces fui a la puerta que no dejaba de sonar. Comenzaba a sospechar que no era el cartero comercial.
Abrí. Sin echar un ojo por la mirilla y sin preguntar. Abrí sin miedo al éxito, ya había cubierto el cupo de seres sobrenaturales y no me apetecía encontrarme a ninguno más. La mujer que tenía justo delante tenía el pelo negro y rizado recogido en un moño que había visto mejores días. A pesar de no llevar la bata blanca la reconocí, era la que me había abierto en canal para ver las causas de mi no muerte. Casandra. La miré de arriba abajo, llevaba la misma ropa que anoche, lo que me indicó que no había pasado por casa.
-Esto… -no sabía ni qué decir-¿Cómo me has encontrado?
Me tocó el pecho y no, no de una forma erótico-festiva. Comenzó a palpar las partes donde, según creo, estarían las grapas y la apertura de la herida que me provocó para la autopsia. Bajó casi hasta el pubis y me hice hacia atrás.
-Vale, vale, se acabó la clase de anatomía.
-Esto es imposible. Te abrí en canal -dijo mirando aun mi pecho y con la mano levantada hacia mi-. Te encontraron en el callejón con varias vértebras destrozadas, el cráneo abierto. Es…
Aguantó un jadeo y las lágrimas. Yo solo suspiré.
-¿Así me encontraste? ¿Preguntaste dónde habían recogido mi cuerpo?
-¿Eh? -pareció salir momentáneamente de su asombro-. No, no… Cuando salí de la morgue, un niño con traje me dijo dónde vivías. Me pareció raro, pero parecía conocerte bien.
Ciaccobo. Ese bastardo infernal me la había jugado. Bueno, quizás me lo merecía, al fin y al cabo, le había cerrado el negocio. Suspiré exageradamente, agarré mi cartera y las llaves y miré a la mujer.
-Te invito a desayunar. Estoy famélico.
Casandra tenía la boca desencajada. Su café hacía tiempo que se había enfriado y ni si quiera había tocado su tostada con mermelada y mantequilla. Yo, lejos de afectarme tal imagen barroca, devoré la pulguita de jamón serrano con aceite de oliva y apuré mi zumo de naranja.
-¿Sabías que ya en el Imperio Romano se comercializaba con el jamón serrano? Es curioso como algo que trajeron los fenicios a la Península se pusiera tan de moda entre los adoradores de un dios que se podía convertir en un cerdo, ¿no crees?
-¿Te refieres a Zeus?
-Ese mismo -me limpié la boca con una servilleta de esas que no limpian y miré a la mujer a los ojos.
Casandra bajó la mirada a su café y luego volvió a mirarme. Si no fuera porque me había visto revivir después de verme muerto, sabía que todo lo que había contado era una locura. Bueno, no me vio revivir. Primero me vio muerto y luego me vio vivo. Aún así, era algo que costaba creer.
-Entonces… -recapituló la mujer-. Eres Judas Iscariote.
-Sep. Aunque ahora me hago llamar Yoel.
-Eres el discípulo de Jesús de Nazaret. El hijo de Dios.
-Ese mismo.
-Y llevas viviendo en la Tierra durante más de 2000 años.
-Más o menos. Se te ha enfriado el desayuno.
Casandra apartó el plato de delante y se reclinó en la silla. Era mucho que digerir y añadir a eso comida real sería demasiado.
-¿Y no puedes morir?
-Puedo morir, he muerto muchas veces. El problema es que siempre vuelvo a la vida. ¿Por qué? Porque no me quieren ni arriba ni abajo.
-Es increíble… No creo que… es…
Tras tartamudear, calló. Era lógico, no todos los días te aparecía un marcado como yo y te decía tales cosas. Cuando ocurría, era porque dicho marcado te obligaba a sacrificar a tu primer hijo o te preñaba para dar a luz a un profeta. Decidí entonces redirigir la conversación.
-¿Cuánto tiempo llevas transicionando?
-¿Disculpa? -Casandra entornó los ojos, confundida.
-Ya sabes… ¿Qué te queda? Veo que los pechos están perfectos, pero se notan aun ciertos rasgos…
Casandra se levantó dando un golpe en la mesa. Parecía que había dado con la tecla equivocada.
-Oye, no te ofendas, ya en mi época era completamente normal. Recuerdo a uno en Caná que…
-¿Uno?
Se había enfadado del todo. Se dio la vuelta y se marchó sin decir nada. Sonreí de medio lado, con un poco de suerte no me la volvería a cruzar. ¿Sería esto a lo que se refería la visita inesperada de anoche cuando me visitó?
En fin, no quería darle demasiadas vueltas al asunto. Pagué los dos desayunos y me puse en marcha. Tenía cosas que hacer, como saber dónde carajo iba a aparecer mi viejo amigo. “Por favor, que no sea Jerusalén”, pensé antes de tomar rumbo al centro. Sería demasiado cliché Jerusalén, ¿no?
Iscariote comienza a planificar su próximo movimiento para reunirse con su colega, espero que hayas disfrutado el capítulo, lo justo como para compartirlo
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El físico está siendo inexistente, de momento. Aunque Magda podría haber roto ese "punto frío"... Lo acabó haciendo caer al vacío 😈🖤😈😂
Qué poco tacto! 😅