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-¿De verdad vio al diablo?
-Sí, o a uno de ellos.
-¿Y qué le dijo?
-No se… No quiere hablar de ello.
¿Os acordáis de aquel ser que entró en mi casa y se bebió una de las botellas más caras de mi licorería? Sí, el que cambiaba de forma y se metía en mi cabeza para leer mis pensamientos, por el capítulo cuatro. Pues ese ser cretino no es nada más y nada menos que el Adversario. No, no es Lucifer. El Adversario es uno de los ángeles que se reveló contra Dios, es quien tentó a Eva con el fruto prohibido, a Paris para que raptara a Helena y a Beowulf para que la embarace. Es, en resumen, lo peor que te puedes encontrar ya que hace el mal por el mal, le gusta el caos y es feliz así.
Mi cabeza iba a mil por hora. Las infinitas piezas del puzle que había empezado a formarse en mi mente comenzaban a juntarse poco a poco. La advertencia de Heliodes, mi asesinato por parte de Magda, la visita del Adversario y ahora el rumor de mi amigo Paris. Todo cobraba sentido (al menos para mí, para ti quizá no). Alguien quería traer el Apocalipsis, pero no el Apocalipsis del Anticristo como tal, sino peor, mucho peor.
La señora de la limpieza había vuelto a usar lejía en grandes cantidades, y eso me tranquilizó bastante cuando entré en mi apartamento. Me quité la ropa y me di la ducha más rápida de mi vida para ponerme uno de los pocos trajes que me quedaban limpios. Estaban siendo unos días locos, pensé mirando mi fondo de armario. Luego fui al salón para agarrar papel y boli y comenzar a apuntar toda la información que tenía en la cabeza cuando el telefonillo sonó.
-Al final despertó. Menos mal.
Casandra estaba bien y esta vez había tocado en vez de presentarse sin más. Eso estaba mejor todavía. Le abrí la puerta con una sonrisa de oreja a oreja y ella me miró con cara de pocos amigos.
-Vamos, alegra esa cara ¿cuántas veces más vas a poder estar en presencia de una divinidad superior?
-Explícame lo que ha pasado. Ya. Todo.
Y eso hice. Por encima, claro. Le expliqué que lo que maté era realmente una manifestación de Jesús conocida como Jesús de Gloria, que no era realmente Jesucristo y que quedaban otras dos más por ahí sueltas. Luego se había desmayado porque el ángel Heliodes había aparecido y uno de sus superpoderes era apagar la voluntad de los humanos. Omití la historia de Ciaccobo y Paris, no era necesario que lo supiera todo, solo lo importante, que soy muy listo y que podría ser un detective cojonudo.
-Pero una pregunta -miré a la chica mientras apuntaba toda la información en el folio-. Si están trayendo a esas distintas manifestaciones de Jesús, ¿no será por algo?
-Sí, porque quieren traer el Apocalipsis.
-¿No será porque quieren detenerlo, quizás?
¿Qué? Me quedé pensando… ¿Qué? Un momento. A veces pienso y escribo exactamente eso. Aquello tenía sentido. Jesús de Gloria, la manifestación divina. Luego sería el Jesús de Poder y el Jesús del Juicio. No era raro ver distintas manifestaciones del mesías, desde milagros hasta humedades en la pared… Si eso era cierto, a lo mejor sí que venían para detener al Anticristo.
-Vaya, pues si eso es así, me acabo de cargar a un tercio de su fuerza. Ups. En fin.
Me encogí de hombros. En realidad, me daba igual. No era lo importante para mí. Ninguno de aquellos era EL Jesús y si tenía que cargármelos a todos para que apareciera el verdadero, lo haría, aunque luego sí que provocase el Apocalipsis del infierno en la tierra. Pero yo iba a alcanzar el perdón costase lo que costase.
-Tú siempre tan egoísta, Traidor.
Mientras, si es que lo pienso y lo invoco. Me di la vuelta y vi como parte de mi casa se estaba pudriendo, allí donde la lejía había purificado y protegido, ahora solo quedaba tapizado quemado y paredes y techo envejecido. Casandra también se dio la vuelta al verme a mi hacerlo.
-Adversario, ya te lo dije una vez y te lo repito ahora. Sal de mi puta cabeza.
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